TRANSMISIÓN DEL
PROCESO CREATIVO
El presente
proyecto nace como resultado de una serie de conversaciones que hemos llevado a
cabo varios artistas en torno al tema del proceso creativo.
Estas conversaciones,
lejos de perseguir lo meramente testimonial, han supuesto finalmente una
búsqueda decidida por determinar en qué consisten realmente los mecanismos de
la creatividad, para iniciar una labor de emancipación respecto al factor
casual que siempre se ha asociado a la inspiración.
En paralelo a
esta búsqueda se ha dado con dos cuestiones fundamentales. La primera es que,
en lo esencial, los mecanismos de creación son prácticamente idénticos entre
los diferentes artistas, y la segunda que, de hecho, estos mecanismos son aplicables
a cualquier tarea humana que escape del puro automatismo.
A partir de este
momento toma cuerpo la idea de transmitir estos mecanismos a otros grupos de
personas no necesariamente ocupados en la tarea artística, puesto que, lo que
para nosotros forma parte de una realidad diaria con la que mantenemos un
diálogo abierto, puede no serlo así para otras disciplinas, con todo y que
estar o no inspirado determine el alcance real de su labor.
CONTENIDO
El arte funciona
perfectamente como metáfora de la vida. Lo es así tanto en la manera de
llevarlo a cabo, con los obstáculos que se deben superar y las potencias a las
que se debe apelar, es decir, con su proceso, como en el resultado, la obra,
que en sí encierra todo el misterio de la transmisión de pensamiento.
Por esta razón,
la transmisión del proceso creativo reúne información valiosa, como ahora explicaremos,
tanto para grupos escolares, que verán en él cuál es el periplo que vive una
idea hasta transformarse, mediante el esfuerzo decidido, la constancia y el
tesón, en obra acabada, como para grupos más formados que verán la
manifestación palpable de los mecanismos comunes que activan la inspiración,
totalmente aplicables a su propia tarea.
La propuesta de
transmisión a grupos escolares surge de una reflexión que, sin la pretensión de
entrar en el ámbito de la psicología infantil, sí que tiene relaciones con este
campo, dado que utiliza como uno de sus puntos de partida el problema del
trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Si bien para la
población infantil en general asimilar un proceso creativo de primera mano le
aportará una información precisa para su presente y su futuro, posiblemente los
niños con TDAH representan el paradigma de la población más necesitada de esta
información.
Una primera
lectura les ofrecerá el testimonio de un proceso que tiene un comienzo y que no
termina hasta encontrar un óptimo final. Presenciar la obra en sí, palpable y,
por decirlo así, palpitante, explicada por la persona que la ha hecho, frente a
ellos, respondiendo a cualquier pregunta, expresando sus momentos de duda, de
dificultad y manifestando con claridad absoluta el esfuerzo necesario para
llevar a cabo algo, supondrá una experiencia cuya influencia puede condicionar
poderosamente su percepción de la actividad como tal.
A fin de
cuentas, el TDAH es una de las consecuencias lógicas de una sociedad que
discurre a una velocidad creciente, pretendiendo infructuosamente esquivar
dificultades, y que raramente da una terminación definitiva a lo que empieza.
Exactamente lo opuesto a lo que una obra de arte necesita para llegar a buen
puerto.
Para grupos de
personas más formadas, o en un proceso de formación superior, tales como
alumnos universitarios, la transmisión del proceso creativo adquiere otros
horizontes, que confluyen principalmente en el tema de la inspiración.
Es de suponer
que estar en un proceso de formación, cerca del momento crucial de emprender el
vuelo, de confrontar las propias fuerzas con un mundo profesional que puede
resultar poco prometedor, puede acarrear no pocas incertidumbres respecto a qué
factores harán posible llevar a cabo un desarrollo profesional satisfactorio.
No es el
propósito de nuestra acción argumentar conceptos concretos de las posibles
proyecciones de las distintas futuras profesiones, pero sí acometer algo de lo
que, como dijimos al principio, hay de común a todas ellas.
Partiendo de la
absoluta convicción de que una imaginación despierta, o como diríamos, una
mente inspirada, es totalmente necesaria, tanto para dar con vías originales y
creativas de proyección profesional, como para desarrollar al máximo una
profesión tradicional, la transmisión del proceso creativo puede considerarse
como un auténtico seminario interprofesional de creatividad, de actitud
creativa.
Desde ciencias e
ingenierías hasta filosofía, economía y comercio, política, sociología,
psicología, administración de empresas, etc., y, por supuesto todas las
disciplinas de la rama del arte y diseño, la inspiración representa una fuente
de información, no sólo en asuntos concretos, sino en el aire general de una
trayectoria. Y, dado que, como hemos dicho, los artistas somos más conscientes
que el resto de la población de nuestra dependencia respecto a la inspiración, aumentar
el nivel de esta conciencia, así como proponer mecanismos concretos de
activación son, en resumen, los dos objetivos fundamentales de transmisión para
estos grupos de personas.
SOBRE LA VALIDEZ
DEL ARTE COMO EJEMPLO
Una obra de
arte, cuando conquista la excelencia, es una prueba patente de que existe temporalmente
un estado mental en el que es posible alcanzar un nivel de conciencia superior
al normal. Este hecho tiene tal trascendencia que, en ocasiones, la
contemplación de la propia obra supone una sorpresa para el propio autor. Puede
que sea ésta la valiosa información común que subyace bajo el sentimiento concreto
que refleja una obra concreta, y tal vez aquí reside el valor último del arte,
y la razón por la que acompaña a la humanidad desde sus orígenes.
Esta información
necesariamente propone la posibilidad de experimentar un estado semejante de
elevación. Por tanto, representa para el espectador la promesa de que él mismo
posee la llave para alcanzar una altura parecida sea cual sea su actividad. Es
decir, que él mismo puede alcanzar un estado inspirado.
Desafortunadamente,
existe una parte de la experiencia que, bien por pudor bien por vanidad, la
humanidad no transmite. La información respecto a los procesos de la
inspiración ha tenido siempre unas lagunas de oscuridad que han dificultado su
transmisión verdadera. La razón es que existe todo un panorama de fuerzas poco
gloriosas que el artista ha preferido ocultar tras legítimas razones elevadas.
El artista siempre
se presenta a la sociedad como una persona que cuenta con un flujo inagotable
de inspiración y energía para trabajar, cosa que no es cierta. Y es
precisamente en el reconocimiento de esta realidad donde reside la verdadera
capacidad de transmisión de la acción que hemos decidido llevar a cabo, porque
demasiadas veces se han dado testimonios que, ajenos a la duda, no han hecho
sino ampliar el abismo que nos separa de los grandes creadores de la historia,
cuando un sencillo ejercicio de sinceridad supondría un acortamiento de
distancias y, de la mano, una revelación general: el arte no es una disciplina
concreta, sino una manera de acometer cualquier disciplina. Depende para fluir
de un proceso y de una inspiración, y el único requisito para que nos visite es
poseer una mente.
Puede que el
secretismo respecto a estas valoraciones sea una de las causas por las que los procesos de la creación
siguen formando parte del misterio.
SOBRE LA
PRESENTACION EN TABACALERA
En términos
generales la acción “Transmisión del proceso creativo” cuenta con cuatro vías
fundamentales de comunicación. La primera es la presencia real de obras de los
diferentes artistas que participan, tanto de pintura como de escultura. La
segunda la presencia de material audiovisual de cada uno de los artistas,
tendente a mostrar el proceso de su trabajo en taller, posiblemente reforzado
con material fotográfico, la tercera la presencia personal de los artistas en
cuestión, que ejercerán de profesores de su propia obra para con los grupos
visitantes, y la cuarta la presencia en la red, con la creación de una web
específica en la que se abrirá un foro con la suficiente antelación respecto a
la acción en sí, de forma que haya habido una participación popular previa.