La libertad de la consciencia

Ayer, como cada tarde, fui a pasear mi querida perra, Tosca: un San Bernardo de 6 meses.
Después de rodear el camino de siempre, y cruzar el bosque de siempre, Tosca, inquieta, descubre ese trozo de plástico que lleva semanas escondiendo para volverse a sorprender.
Lo encuentra, se lo lleva a la boca y empieza a jugar como loca.
Tosca, nunca se enfada, todavía no conozco ningún ladrido de miedo en sus 6 meses de vida.
La he visto apaciblemente sentada envuelta por dos perros adultos, ladrándola a pocos centímetros de sus ojos. La felicidad absoluta de Tosca contrasta por su naturalidad, su pura intuición.

Nosotros, alimentamos continuamente nuestro cerebro y luchamos por domesticar esa intuición.
Nos da miedo escuchar nuestras simplicidades; por que ya sabes que la intuición siempre susurra en voz baja.

Es cuestión de entrenamiento, un poquito cada día y verás..
El verdadero Proceso en nuestras vidas aparece después de escuchar la niña Intuición.
Esa niña envuelta de ciudades, apunto de cruzar descalza. Todo lo demás no existe.

El camino intuitivo puede ser decepcionante, incluso arriesgado; a veces el resultado no es el esperado.
Una jauría de decepciones aúllan resultados oscuros, pero el lobo nunca ataca al hombre.
El perro sigue siendo el mejor amigo del hombre.
Las derrotas nunca son agradables pero fortalecen nuestros pasos.
La decepción es simplemente la ultima batalla perdida.

No debemos tener miedo a la decepción, por el contrario nos quedaríamos aislados, sin movimiento, como una mole de piedra en la dehesa, esperando a agrietarse por la intemperie del tiempo.

Tosca es feliz, juega, corre, y ahora aprende a ladrar..
Nuestro esfuerzo para empezar a ser felices reside en liberar nuestra verdadera consciencia, a Tosca, eso, no le hace ni falta.

Tosca a 6 meses..




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