De
la misma manera que el pintor se aleja y se acerca al cuadro para
observarlo, el mundo exterior e interior de uno mismo están dialogando,
entre otras cosas, de cómo encontrarse. Es la manera de unir lo que
vemos con lo que imaginamos para formar lo que queremos llegar a
representar.
Me
veo mirando el entorno, preguntándome si eso es “dibujable” y cómo
sería, sin llegar hacerlo muchas veces o haciendo esquemas sencillos
como ejercicio mental para entender lo que estoy viendo y el por qué me
ha atraído eso. Como desde hace tiempo me voy centrando en la figura
humana de retrato y de tipo, aquello que me ha sugestionado se debate
entre lo abstracto de las formas, los colores, la luz... y los aspectos
emocionales que transmiten. Intento no perder la consonancia entre la
figuración y la abstracción pero obviamente he de insistir en los
aspectos formales, pues en un retrato el retratado se tiene que parecer,
y este aspecto no es en principio prescindible. El procedimiento que
hago consiste en representar a una figura reconocible a través de una
interiorización de “la realidad vista” para apropiarse de esta e
interpretarla.
Eso
me ha llevado a enfatizar en la parte técnica del proceso y a pesar de
que pueda sonar académico u oficioso, no me asusta, pues el empeño que
pongo en comprender la técnica viene de la mano de sucesos
inexplicables, para bien o para mal . Y creo que una parte importante
del proceso creativo es el esfuerzo, la constancia y la toma de
decisiones definidas, para luego soltar amarras y dejar paso a la
intuición pictórica.
En
mi caso es importante tener siempre una intención previa. Una búsqueda
que muestre una parte del camino que se va a recorrer con la obra, ya
sea de carácter emocional o formal. Y sabiendo que hay un amplio abanico
de posibilidades en lo que vemos y lo que queremos representar he
incluido en mi vocabulario (y en mi vida) la palabra problemas como
parte positiva de este proceso, pues de la resolución de estos surge el
reto. Y eso en parte es lo que hace que siga buscando “algo” en la
pintura.
Cuando
una idea o asociación de ideas se van transformando en una
representación pasa por multitud de elecciones tomadas desde la
memoria, la observación, las sensaciones, los materiales, la técnica... y
el acto de pintar en sí se convierte en una parte del todo. Esto me
recuerda a lo que Rafael Argullol escribe en el Brevario de la Aurora
sobre el destino donde lo define como: “la elección que hemos fingido azar
“, que aplicado a la pintura, me hace ver que las decisiones tomadas
no son aleatorias sino que provienen de un esfuerzo por buscar en ellas
“lo deseado” y de la constancia de construir un camino propio en el
proceso creativo.
Interesante la reflexión de soltar amarras después de un esfuerzo previo.
ResponderEliminarimpresionante y acertada argumentación... me ha hecho reflexionar y sentir, desde el oficio de escritora, que hay relación, que es similar, que tenemos procesos parecidos. Gracias María.
ResponderEliminarMaría, a mí me gustaría que nos explicaras en qué consiste una interiorización de "la realidad vista". Entiendo que interiorizar en este sentido es trasladar a una zona interna una sensación provocada por algo externo, con, supongo, una descodificación, para recodificarla en conjunción con lo nuestro y expulsarla al exterior en forma de obra. Pero ¿a dónde va cuando se mete dentro? Porque no creo que hablemos de algo mental ¿O si?
ResponderEliminarAl referirme a la "realidad vista" me venía a la mente algo que me contó mi hermana mayor cuando tendría 12 años creo, y aunque sea una explicación sencilla fué reveladora para mí, no sé si por la edad o por la libertad que me daba a la hora de pintar . Me dijo que si me había dado cuenta que cuando yo imaginaba un elefante lo hacía como el elefante perfecto (prototipo) pero que no existía tal elefante sino que los que yo podía haber visto eran elefantes incompletos pues podían ser cojos, tener la trompa torcida, o muchos atributos que desconocía tanto positivos como negativos... eso me daba la libertad (entonces yo pintaba bodegones del natural en una academia) de dudar de todo lo que veía, y sobretodo de lo que imaginaba hasta el punto de modificarlo a la hora de pintarlo en beneficio de la obra y no siguiendo la línea estricta de lo que la realidad me mostraba, pues la realidad no era una verdad exclusiva. En la pintura figurativa se hace poco patente este aspecto porque el espectador reconoce un brazo, un zapato o un jarrón, y lo compara irremediablemente con la realidad, pero las modificaciones del pintor son ilimitadas. Es lo que Jasper Johns conceptualiza con la obra de la Diana y dice (o recuerdo que dice) esto no es una diana sino una representación de una diana.
ResponderEliminarPues fíjate qué cosa: cuando trabajo en acero, es tan laborioso, y te fuerza a mantener un flujo de tensión tan elevado, que obligadamente te lleva a tratar de hacer una representación definitiva del tema tratado, es decir, un arquetipo. Ya ves, una cosa que nace por una simple cuestión utilitaria, de decir "no podría hacer otra vez algo respecto a este tema, por lo que cuesta", me ha llevado al tema del arquetipo. Yo sí trato de representar ese elefante perfecto, es decir, trato de hacerme a un lado cuando trabajo.
EliminarPero no es la única forma de hacerme a un lado y ser espectador. He localizado otra: la medida real de las cosas. El otro día estaba trabajando con una modelo, estudiante de Bellas Artes. Me dió por medirla de arriba a abajo. Como parto del esqueleto, como escultor figurativo que soy, medí en primer lugar las distancias entre puntos de esqueleto que tocan la superficie, rótulas, puntas de pelvis, encuentro de clavículas, etc. Me daba cuenta de que me gustaba su "desproporción", o mejor dicho, sus diferencias respecto a un cánon (siempre cambiante por otro lado). Cuando me quise dar cuenta estaba midiendo, como un sastre, los perímetros de las partes, el muslo a tal altura, la pantorrilla en la cresta del gemelo, etc. Me sentía un Leonardo S.XXI. Era la primera vez que lo hacía. Ella, atónita, me soltó algo como "yo nunca hago eso. Siempre me remito a lo que me parece bien".
Entonces entendí que "lo que me parece bien" está obsoleto para mí. He hecho demasiadas esculturas, y he entrado en un orden de cómo son las cosas, directamente entroncado en mi persona, la que vive este sueño. Cuánto mejor y más potente es trabajar, manejar leyes que son fruto de eones de evolución, dejarte quebrar por ellas.
Me parece que con unos cuantos días de dejarme quebrar por ellas, tengo ahora para un largo tiempo de sorpresa, hasta que se vuelva a imponer el manierismo de mi personalidad, y sea necesario volver a la fuente.
Yo, camionero, disfruto tanto leyendo !
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